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En el principio era el Verbo,
el Verbo estaba con Dios
y el Verbo era Dios.
Éste estaba en el principio con Dios.
Todas las cosas por medio de él fueron hechas,
y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho.
En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres.
La luz resplandece en las tinieblas,
y las tinieblas no la dominaron.

Hubo un hombre enviado por Dios, el cual se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz.

La luz verdadera que alumbra a todo hombre
venía a este mundo.
10 En el mundo estaba,
y el mundo fue hecho por medio de él;
pero el mundo no lo conoció.
11 A lo suyo vino,
pero los suyos no lo recibieron.
12 Mas a todos los que lo recibieron,
a quienes creen en su nombre,
les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
13 Estos no nacieron de sangre,
ni por voluntad de carne,
ni por voluntad de varón,
sino de Dios.
14 Y el Verbo se hizo carne
y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad;
y vimos su gloria,
gloria como del unigénito del Padre.

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¡Cuán hermosos son sobre los montes
los pies del que trae alegres nuevas,
del que anuncia la paz,
del que trae nuevas del bien,
del que publica salvación,
del que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!»!

«¡Voz de tus atalayas!» Alzarán la voz;
a una voz gritarán de júbilo,
porque con sus propios ojos verán
que Jehová vuelve a traer a Sión.
¡Cantad alabanzas, alegraos juntas,
ruinas de Jerusalén,
porque Jehová ha consolado a su pueblo,
ha redimido a Jerusalén!
10 Jehová desnudó su santo brazo
ante los ojos de todas las naciones,
y todos los confines de la tierra
verán la salvación del Dios nuestro.

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Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo. Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles cuanto que heredó más excelente nombre que ellos.

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El Hijo, superior a los ángeles

¿A cuál de los ángeles dijo Dios jamás:

«Mi Hijo eres tú,
yo te he engendrado hoy»,

ni tampoco:

«Yo seré un padre para él,
y él será un hijo para mí»?

Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice:

«Adórenlo todos los ángeles de Dios.»

Y ciertamente, hablando de los ángeles dice:

«El que hace a sus ángeles espíritus,
y a sus ministros llama de fuego.»

Pero del Hijo dice:

«Tu trono, Dios, por los siglos de los siglos.
Cetro de equidad es el cetro de tu Reino.
Has amado la justicia y odiado la maldad,
por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo,
con óleo de alegría más que a tus compañeros.»

10 También dice:

«Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra,
y los cielos son obra de tus manos.
11 Ellos perecerán, mas tú permaneces.
Todos ellos se envejecerán como una vestidura;
12 como un vestido los envolverás, y serán mudados.
Pero tú eres el mismo,
y tus años no acabarán.»

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